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The Wrestler

A costa de ser cacofónico formularé una pregunta que resume perfectamente el sentido de esta cinta ¿Qué se hace cuando lo mejor que sabes hacer… ya no lo puedes hacer?

Tras ver The Wrestler, en México conocida como El Luchador, debo decir que mi enfoque de la lucha cambió por completo. Desde niño, cuando mi padre me llevó a presenciarla, supe que tenía tanto de deporte como de teatralidad; si bien al paso de los años mi percepción no cambió, después de ver esta realización debo decir que para aquellos que creíamos que la teatralidad era simplemente fingir, estábamos muy equivocados; detrás de todo el montaje que generalmente sí suele estar arreglado, hay mucho de realidad.

Es decir, los protagonistas se ponen de acuerdo para saber qué movimientos van a hacer, así como qué «armas» van a utilizar, incluyendo el uso de engrapadoras, puas, alambres, sillas y otros accesorios que si bien son parte de la pantomima, las heridas ocasionadas sangran y duelen porque son reales… aunque éstas hayan sido pactadas. Por otro lado y para el que crea que es fácil mantener la apariencia de uno de estos gladiadores, hay que ver lo que el Ram, el protagonista de esta historia, debe hacer con su piel, su cuerpo, su cabello, su organismo.

Mickey Rourke recibe su primera nominación al Oscar por un papel que casi es una analogía de su carrera salpicada de excesos. El actor, quien luce una musculatura auténtica de luchador, entrega una brutal interpretación de un gladiador veterano y solitario: Randy, El Ram Robinson.

Independientemente de que la lucha luce auténticamente como un combate real, sin poder dilucidar los dobles o los efectos, el gran mérito de Rourke está en la parte humana, en mostrar al guerrero caído cuya trayectoria deportiva termina inesperadamente y entonces debe luchar pero ya no en el ring, sino en la vida; luchar por hallar el amor que nunca buscó, luchar por una hija que de pequeña abandonó, luchar por desacostumbrarse de los aplausos, los gritos y los excesos; en fin, por tratar de ser simplemente, una persona más.

Tras ver Slumdog Millionaire debo decir que a pesar de su perfección, me pareció un tanto maniquea, donde al final los buenos reciben premio y los malos castigo. Ojalá la vida siempre funcionara así, pero no sucede… y The Wrestler está aquí para demostrarlo.

Complementan este drama épico, la sensual Evan Rachel Wood como la hija del Ram y sorprendentemente Marisa Tomei, quien desquita aquel Oscar, para muchos inmerecido, para demostrar que sabe actuar y que aún a sus 45 luce un cuerpo espectacular en un rol que muchas actrices anhelan: bailarina de table dance… y por supuesto, el interés romántico de Randy.

Darren Aronofsky logra un filme titánico en el aspecto de la lucha, tan icónico y bien trabajado como lo fuera el aspecto del boxeo amateur en la lejana primera cinta de Rocky; y por otro lado tan real, tan humano, tan vivencial que no se siente que uno está en el cine; pareciera que en realidad estamos hablando con un amigo que nos está contando un drama de su vida, un ejemplo más de que a veces la existencia no resulta como se esperaba y que súbitamente hay que cambiar la dirección… una vez más.

Gran actuación, gran película, 109 minutos sin desperdicio a dos de tres caídas. Recomendable sin duda alguna.