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Harry Potter y la Cámara Secreta

¡Vaya aventura! La cinta es una delicia, y ofrece un episodio que no sólo refrenda el compromiso de mantenerse fiel a la propuesta de la autora J. K. Rowling, sino que –en cierto modo- llega incluso a superar a la primera entrega, y tiene tantos aciertos importantes que resulta obvio que se estudió mucho –y correctamente- todo lo que significó Harry y su primera película en términos de cine.

El director Chris Columbus repitió su puesto detrás de las cámaras (ahora se encargará de apoyar la producción, dejando su silla a Alfonso Cuarón para la tercera aventura), y me atrevo a decir que corrigió prácticamente todos los detalles ‘flojos’ de la primera historia, logrando que esta segunda entrega resulte memorable, a pesar de tratarse del libro más ‘débil’ de los publicados a la fecha… Los fans de la serie reconocemos que este libro es el menos ‘llamativo’ de los cuatro que hemos leído, pero el trabajo de adaptación aquí realizado es magistral (Steven Kloves, repitiendo su labor), logrando dar fuerza a las partes más llanas, al tiempo que refuerza los detalles importantes como la presentación de nuevos personajes y ambientes, o el hecho de encaminar poco a poco a lo que sucederá en las siguientes historias.

Después de un paso por nubes donde vemos el título, el inicio de la cinta puede ser ligeramente insípido (¿por qué será que la parte muggle de las dos cintas es la menos agradable? ¿Será porque nosotros, muggles, no queremos que nos retraten como somos?), pero la presencia de Dobby -un personaje CGI bastante bien mezclado con la historia- y sus golpes (¡una maravilla de animación!, y un punto donde es imposible no reír) se encarga de que el viaje hacia la Madriguera resulte agradable… y es justo aquí donde comienza la verdadera magia de la cinta, pues esta Madriguera es el mejor regalo (tardío, culpa de Dobby) que Harry puede tener: ¡un soberbio trabajo de diseño de producción!, con un tono que recuerda a las cintas familiares -de personajes reales- clásicas de Disney, al tiempo que recompensa la lealtad de los lectores, ya que es imposible detallar todo explicándolo, y lo visual motiva por completo sólo a los que han leído la serie. Detalles como el reloj familiar (con manecillas que indican ubicaciones y no tiempos) o el entender el significado de la frase de Harry afirmando que la casa es maravillosa, son sólo comprensibles por completo para los lectores, lo que es un acierto importante para comprender que es una adaptación, pero que los libros siguen ahí, esperando que las manitas (y manotas) busquen algunas de las respuestas entre sus páginas.

Retomando la idea de la adaptación, podemos decir sencillamente que ¡Todo lo importante está!; desde un viaje en el auto volador hasta la famosa Cámara Secreta, pasando por los aseos de Myrtle la llorona, el diario de Ginny y las mandrágoras… Es cierto que al tratarse de adaptación se realizan ajustes y cambios (como por ejemplo, que sea la profesora McGonagall la que narre la historia de la Cámara), pero la esencia se mantiene a niveles sorprendentes de apego a lo esencial, al mismo tiempo que el director compensa con creces la espera de un año. En cierta forma, se corrige lo que mencioné en la reseña de Harry Potter y la Piedra Filosofal sobre la presencia de muchos sabores sin menú suculento, ya que no se excedió en la presentación de fantasmas o detalles excesivos de los interiores de Hogwarts, y todo lo que pasa tiene su razón de ser en lo referente a la historia.

Como trabajo de dirección, y como labor de dirección de arte, la cinta es muy superior a la primera: ángulos más dinámicos en la cámara, seguimientos más espectaculares dentro –y fuera- del castillo, mejoras notables en la intención del Quidditch (pese a que el estadio sigue sin gustarme del todo, el ritmo ayuda a que sea lo menos a lo que se preste atención) y en los momentos cumbre del partido, y –el punto más destacado- una mejora indudable en los efectos visuales: el coche volador ofrece un momento muy agradable en su viaje hacia Hogwarts, y tanto el basilisco como las arañas en persecución logran sorprender sobre todo después del mediano logro con el troll en la cinta pasada (aunque Aragog no me termina de gustar, creo que la hubiera preferido con más movimiento y menos acercamientos en los que no se ve muy natural el animatronic usado). Sobre esto, el giro hacia algo más oscuro y con más emoción es algo que se agradece, pues las arañas (y quizá hasta el mismo basilisco) logran provocar uno que otro salto en los asientos. Los visuales de fotografías y cuadros también se mejoraron, me parece, al igual que los fantasmas, y en términos generales es notorio que sabían que era uno de los elementos a trabajar.

El elenco que repite se mantiene en la línea de lograr un trabajo que va de bueno a espléndido, y el trío estelar está sobresaliente – los tres en esta ocasión-.

¿Lo más destacado? Lo mejor de la cinta es que hay muchos elementos buenos… La elección de Jason Isaacs como Lucius Malfoy (es estupenda, al grado que se vuelve odiosamente bueno como personaje, y con un gran vestuario y peinado), la mejora obvia en la presentación de Ron con más tiempo en pantalla y más peso en la historia (viene del libro, pero corrige su presencia reducida en La Piedra Filosofal), la Madriguera (de hecho, la presentación de la familia Weasley entera, junto con la actitud de Ginny para con Harry, y el personaje del Sr. Weasley), las fotografías- y sonrisa- de Gilderoy Lockhart (un acertado Kenneth Branagh que hace que no extrañemos tanto la opción alterna de un Hugh Grant que también hubiera sido magnífica opción), las mandrágoras (increíblemente semejantes a como las había imaginado) y para terminar, la transición al interior del diario de Tom Ryddle, un momento mágico y una adecuada forma de narrar visualmente un momento importante para la historia entera.

¿Lo que creo que puede cuestionarse? No son fallos como para afirmarlos irremediables, pero hay algunas cosas que no me dejaron completamente satisfecho, como la actitud de Snape (que pierde mucho en comparación con la presencia en la cinta pasada), la apariencia de Harris como Dumbeldore (lamentablemente luce enfermo; su muerte supone una pérdida importante en muchos sentidos), el diseño de Fawkes (no me gustó, simplemente no imagino así a un Fénix), Myrtle la llorona (no la imaginaba así –mi problema- pero tampoco es que sea entrañable o bien actuada), y hasta la Cámara Secreta (desde su entrada hasta el diseño de la cámara como tal, es bueno pero no sé si fue la mejor opción).

¿Ni bien ni mal? La reducción de estelar a Hermione (después de opacar a todos los otros niños, creo que se trató de nivelar, pero a costa de limitarle en su actitud), el cambio en lo ocurrido con Harry y el diario tras la muerte del basilisco (no veo la causa de variar lo del libro cuando no aporta nada variarlo), y el uso de los polvos Flu (que pese a que está bien en la chimenea, bastante bien, evitó mostrar el traslado como tal, algo que pudieron haber explotado).

El final me gusta (el cierre musical es el acostumbrado de Williams, que ahora repite y se reinventa, con un score bueno pero que no intenta ser mejor que el original en que se basa para los motivos reiterados), el detalle de un cierre de festejo logra ahorrar algunas páginas en el texto original que no aportan mucho a la historia (el detalle omitido de la novia de Percy, por ejemplo), y nos permite uno de los mejores detalles: Hermione abrazando a Harry y dando la mano a Ron, un gesto que desde ahora marca una clara influencia hacia lo que ocurre en el libro cuarto, y que guiña a una situación que los fans ya empezamos a imaginar. El resto de los libros se encargará de marcar o desmentir la pauta ahora manifiesta…

¿El problema verdaderamente importante? Los actores ya están creciendo, la siguiente cinta no saldrá en el próximo otoño, y el retraso de medio año (por lo menos), junto con la extensión del libro cuarto (y –dicen- del quinto) hará que el rodaje de ahora en adelante no sea lo ‘simple’ que debiera… Esperemos que no se afecte la continuidad fílmica de Harry y de la historia.

Se trata de 160 minutos, aproximadamente (unos cuántos más que en la cinta anterior) de modo que -de nuevo- se superan los tiempos de atención infantil, aunque Harry y sus andanzas, como motivo, se encarga de que no resulte pesada y que, en general, sea bastante llevadera la proyección. Es cierto que hay ciertas partes más lentas que otras (y donde tal vez sí miramos el reloj, cuestionando si faltará mucho para que termine) pero eso es por el libro en si y no por la cinta, pues al mantener la fidelidad con lo publicado se requieren ciertos detalles que no son completamente ‘dinámicos’; el eterno problema de apegarse y de variar, y un tema que queda más allá de esta columna que podría extenderse mucho más pero que cree que debe parar pronto…

Un viaje mágico, un gran sabor de boca, y una esperanza iluminada para que la magia de Cuarón siga a la de este joven mago que comienza a crecer y que nos ha ofrecido una cinta tremenda.