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Harry Potter y el Cáliz de Fuego

Tuve que sentarme a reflexionar mucho antes de escribir esta reseña para tratar de ser lo más imparcial posible, y es que la situación no es fácil, ya que toda la serie de Harry Potter padece de un estigma más fuerte que la cicatriz en la frente del joven mago: Cada una de las películas deberá pasar por el ojo riguroso de los fieles devotos Rowlingnitas. Lo peor de esta circunstancia es que tiene algo de justicia, pues después de todo, fueron ellos quienes engrosaron los bolsillos de la escritora inglesa y por tanto, esperan recibir algo a cambio… esperan recibir en sus ojos, lo que sus mentes vivieron a través de las letras; cosa nada fácil.

Dicho esto puedo expresar que Harry Potter y el Cáliz de Fuego puede ser analizada desde dos puntos de vista. Primero, para los no adictos a los cada vez más extensos libros, la cinta resulta un producto divertido, entretenido, harto rico visualmente y con la dósis suficiente de adrenalina para mantenerle soldado a la butaca. Sin embargo, para los segundos, los religiosos Rowlingnitas, los puristas que se fueron a formar desde la mañana para presenciar la función de media noche, la película resultará algo plana y escueta (situación que se agrava en los casos de muchos niños y no tan niños, que terminaron por quinta vez el libro justo antes de entrar a la sala).

Mike Newell (Four Weddings and a Funeral), el primer inglés en dirigir una cinta del hoy adolescente mago y el guionista Steven Kloves, tratan por todos los medios de satisfacer a los exigentes fanáticos, sin embargo, en el pecado pagan su penitencia, al olvidarse por momentos que una adaptación no es una filmación integra del libro, sino la traducción a lenguaje cinematográfico de una historia, educiendo lo trascendente y conociendo las limitantes que el medio supone. El mexicano Alfonso Cuarón comprendió esto perfectamente una cinta antes, dándole a la historia un giro poderoso, dotando a los actores de una personalidad más real y menos acartonada y regalándonos un Hogwarts mucho más oscuro pero cercano a una escuela de hechicería.

Newell en cambio, busca meter en la cinta lo más posible, respetando incluso diálogos exactos, pero olvidándose de crear un hilo conductor emocional, es decir, el filme no se siente como una historia, sino como una sucesión de eventos que efectivamente ocurren en el libro, pero que aquí no están conectados vivencialmente.

Se agradece el gesto y la épica de las secuencias de acción y aventura, pues son deliciosamente adictivas; se agradecen también algunas adaptaciones interesantes e incluso la eliminación inteligente y sin consecuencias graves de algunos personajes como Dobby o Bagman. No obstante, hay que decirlo, no se logra el éxito completo, pues aunque lo que aparece es disfrutable, (valiendo cada centavo gastado en CGI’s), muchas piezas esenciales del rompecabezas se encuentran perdidas y quedan a la imaginación o a la duda, situación que se pudo mejorar con pequeños diálogos o la recomposición cronológica de algunos sucesos.

Si Newell sabía que su enemigo número uno se llamaba 635 páginas, entonces pudo ahorrarse cinco minutos de lucimiento de su dragón, en pos de incluir la venganza de Hermione en contra de Rita Skeeter; ser más incisivo en la relación Ron-Hermione o evitar dejar torpemente en el aire la definición de Priori Incantatem; en resumen, se pudo hacer mucho más con mucho menos, entendiendo que la magia de los libros de Rowling no radica en toneladas de efectos especiales, sino en las sacudidas mentales al hacernos sabedores de que lo que nunca hubiéramos imaginado, era efectivamente lo que en realidad estaba ocurriendo; y hay que decirlo, la cinta se siente a veces como un producto más cercano a Hollywood pero un poco más alejado de Harry Potter.

Aunado a esto, pareciera como si el presupuesto se hubiera ido acortando con cada una de las pruebas y junto a él las buenas ideas, pues la batalla final en el cementerio, que en los libros resulta quizás el pasaje más oscuro de la serie, luce aquí falto de fuerza y pasión, desaprovechando a Ralph Fiennes como Voldemort, con una patética interpretación de Colagusano y la aparición de apenas un puñado de deslustrados mortífagos. El duelo carece del miedo, la oscuridad y la ira planteados por la autora, dejándonos no decepcionados pero simplemente…satisfechos. Si Newell deseaba saber lo que era llevar a pantalla la desequilibrada batalla entre el mal consumado y el naciente bien, debió echar un vistazo a secuencias como el duelo Luke -Vader en El Imperio Contraataca, donde sin recurrir a poderosos CGI’s, el resultado está lleno de dramatismo y desazón.

Sé que he hablado, si no como fan, sí como un asiduo lector de los libros de Rowling; de modo que no obstante lo anterior, también he de decir que salvo estos detalles comentados, la cinta es fantástica en sus secuencias de acción, la dirección artística sigue siendo encantadora (con todo y que es CGI, el estadio del Mundial de Quidditch es abrumador) y la música como siempre resulta vibrante. El filme no es de ninguna manera un mal producto, por el contrario, si dejamos de lado el tratar de forma recalcitrante de hacer una copia del libro, la película es una buena muestra de diversión y cine de fantasía. Por si fuera poco, para todas las teenagers enamoradas de Harry (Radcliffe) la escena del baño resultará un sueño erótico, mientras que los fans de Hermione (Watson) comenzarán a ver que el tiempo y la fama también pueden lograr mucha magia. Dado esto, las actuaciones y el carisma del trío, casi podría apostar que permanecerán para el resto de la ansiada heptalogía… Larga vida a Harry Potter y Crucio a los detractores.

Sin ser perfecta, buena apertura para la temporada de cierre de año…